22 de octubre de 2010

BATALLANDO



Desoigo dulces voces intrigantes
si al ocaso me lanzan de la vida,
memoria ya desértica y vencida,
pues los pulsos se mueven tal que antes.

Mil sueños y quimeras incesantes
me presiden el alma incomprendida,
mimosa por los años colorida,
con frutos de vigor y fe constantes.

Se transforman, con juncias olorosas,
los bordes de mis ríos en reductos
serenos y vitales, cual comando

diluyente de noches silenciosas.
No estoy, aún, en tiempo de usufructos
y sigo en pie, guerrera y batallando.


Candela Martí
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