(Imagen de Irina Vitalievna Karkabi)
SÓLO ÉL
Sólo él
germinó los
eriales de mi alma,
dando luz a mis fueros
más ocultos.
Y, una noche
cualquiera,
mientras la luna cantaba entre silencios,
se fue sin decir
adiós.
No brotó rocío de
mis ojos,
llorando su
partida.
Suavemente,
di gracias a la
vida
por el hermoso don
de su presencia
en el cálido
tiempo compartido.
Sólo él
atisbó lo preciado
de mi esencia,
porque, sólo él
fue capaz de
detener el tiempo
en los aljibes
quebrados de mis ansias.
Y, ahora,
alzada sobre las
bordes cansados de mis pies,
revivo sus
caricias.
Candela Martí
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