25 de marzo de 2011

SU PRESENCIA



Olvido que me niegas, insolente,
y me postras, sin pausa, en la tortura
del constante recuerdo. Cruel hondura
en el alma, afligida y penitente.

No hay razón que acalle la agonía,
pues mil voces de besos invocados
azuzan la memoria. Demasiados
susurros me conmueven, día a día.

Cuando llegue, implacable, la inconsciencia,
en el oscuro pozo de la nada
se perderán, exhaustos, los momentos.

Mas, sentiré en mi linfa su presencia,
señora de mi albur y sentimientos,
hallándome la muerte en su ensenada.


Candela Martí

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