Te fuiste, lentamente, una mañana
envuelta en suave brisa de verano
y sajé los ensueños de mi mano
pues sentí tu presencia muy liviana.
Deploramos tu vuelo, flor temprana,
al irte con un nimbo de armonías
y rogué por que fueras en mis días
ese ángel guardián omnipresente.
Hoy, ando este mundo penitente
pero nunca mis huellas van vacías.
Pero nunca mis huellas van vacías
si te llamo a través de mis sentires,
pues noto que me mandas elixires
de tu amor, otorgándome energías.
Mi norte se asemeja al que querrías:
silencioso, apacible y trascendente,
pues soy agua emergida de tu fuente
en un símil de arroyo cristalino;
sabiendo que en el fin de mi camino
me estarás aguardando, dulcemente.
Candela Martí
envuelta en suave brisa de verano
y sajé los ensueños de mi mano
pues sentí tu presencia muy liviana.
Deploramos tu vuelo, flor temprana,
al irte con un nimbo de armonías
y rogué por que fueras en mis días
ese ángel guardián omnipresente.
Hoy, ando este mundo penitente
pero nunca mis huellas van vacías.
Pero nunca mis huellas van vacías
si te llamo a través de mis sentires,
pues noto que me mandas elixires
de tu amor, otorgándome energías.
Mi norte se asemeja al que querrías:
silencioso, apacible y trascendente,
pues soy agua emergida de tu fuente
en un símil de arroyo cristalino;
sabiendo que en el fin de mi camino
me estarás aguardando, dulcemente.
Candela Martí