(imagen captada de la red)
LOS AMANTES VIEJOS
Enero destilaba apacibles adagios
y la ajada tersura de los amantes viejos
emergía del aire con delirios añejos,
envuelta entre ropajes de remotos naufragios.
Aún enamorados, huían de presagios,
visibles y patentes en todos sus espejos,
y esquivaban piedad, limosnas o consejos,
tan solo ambicionando apremiantes sufragios.
Cogidos de la mano, andaban lentamente
hacia un hogar eterno, caduco de dolor,
anhelando concordia y edenes de reposo.
Los azules efluvios de aquel mar silencioso
les acogieron prestos, brindándoles valor,
y en él se acomodaron, con certidumbre ardiente.
Con cordura inocente,
deseaban bogar por cielos infinitos
y abrazados con fuerza, partieron dulcemente.
Candela Martí
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